Cuentos de terror



Espectro nocturno

Autora: Maria Victoria Camerano

Un día más, igual al anterior. Sin nada que hacer más que mirar por la ventana y ver pasar gente.
Me gusta imaginar en que están pensando y cómo será su vida.  Es fascinante mirarlos, sin que sepan de mi existencia.
Mi casa esta tan fría, sola, abandonada. Llena de recuerdos, tristes y frustrantes. Camino por el piso y ni puedo escuchar mi caminar.
El silencio es mortificante, la oscuridad cobra vida a cada instante. Me acerco a la inmensa y poblada biblioteca y tomo uno de mis libros favoritos. Me siento en la silla mecedora y me sumerjo en una nueva aventura. Cualquiera es más interesante que mi propia existencia.
Durante el día, eso me entretiene. Pero por las noches, las cosas cambian, la soledad desaparece…
 Hace unos días se mudó una persona muy solitaria, desaliñada y bastante malhumorada.
Su nombre, Rogelio, un cuarentón, profesor universitario, depresivo y alcohólico.
Llega alrededor de las 19 horas. Siempre gritando y con mala cara. Parece que las mujeres le repelen.  Como para no hacerlo es un ser despreciable y vil. Pasa las horas sentado frente al televisor comiendo y bebiendo.
 Mi mayor pasatiempo es molestarlo. Ahí comienza mi diversión.
  Es hora de mover objetos, golpeo las puertas con mis unas y hago ruidos.
Rogelio entra en pánico, su cuerpo tiembla, de sus ojos salen lágrimas de temor. Comienza a gritar. Yo me divierto, mi risa se escucha en toda la casa. Disfruto ver el miedo en sus ojos y su piel enrojecida.
 El pobre creyó que estaba borracho y tiro su copa de vino. Jajajaj  iluso, no sabe lo que le espera por entrometerse donde no debe.
Comienzo a rayar el espejo del baño, y prendo la ducha.  Hago sonar su celular, al que va corriendo buscando consuelo.
 Soplo la hamaca que está en el jardín, la que se mueve alzando vuelo.
 Escucho su corazón palpitar como un terremoto, veo correr sudor y terror por su cuerpo.
  Decido concluir el juego, por ahora. Cae devastado de tanta adrenalina, se desvanece quedando dormido.  Llega un nuevo día, se levanta atemorizado, toma su auto y se va.
Sentí el triunfo, el que me duro hasta  las 19 horas cuando regreso. A diferencia de otras veces estaba acompañado de una señora, muy rara en su vestir,  traía velas y toda clase de objetos.
La intrépida mujer comenzó a pegarle a las paredes y a recitar  oraciones cuyo idioma  no está escrito en ningún libro.
No podía dejar de reírme. Ver a ese hombre obsesionado con mi casa y queriendo que me fuera. Algo desopilante…
Esta curandera o como se llame, estuvo varias horas. Luego Rogelio le dio un manojo de billetes y se retiró.
Su cara parecía aliviada, y hasta esbozo una sonrisa. Mi intento de echarlo fallo.
 Cuando se dispuso a descansar frente al televisor. Decidí que era momento de jugar. Le cambiaba los canales a mi antojo. Me regalo una oleada de improperios y se retiró a su cuarto. Esto me enfureció y le grite, “Rogelio este es tu fin”.
Cuando se recostó, lo destape, prendí la luz del velador y le di, el privilegio de conocer mi rostro.
Aparecí frente al espejo, desnuda, con el cuerpo cortado, llena de moretones, mis ojos ensangrentados, mitad calva y con el olor putrefacto de la muerte.
 Mire  sus  ojos y  grite que se fuera para siempre de mi casa, escupiendo un líquido espeso y viscoso.
El pobre se quedó paralizado de tal manera que no reaccionaba. Y como de muertos conozco,  sabia  que lo había matado del susto. En el fondo se lo tenía merecido, el muy condenado se parecía al desgraciado que me asesino.
  Desde entonces, vivimos los dos  en esta enorme y tenebrosa casa. Perturbando a todo aquel que venga a invadirnos.

                                                                                                                                       Fin





Misterioso Nosocomio



Por: María Victoria Camerano


Muchos rumores se escuchaban en el Viejo pueblo de Ledesma. Desde que se había construido el nosocomio, por las noches los gritos de dolor, atravesaban las paredes de los habitantes.
Los vecinos se quejaban, pues los ruidos impedían dormir y despertaban a los animales y niños, convirtiendo ese sitio de paz y armonía en un verdadero caos.
Hacia varios años que se encontraban en esta situación, nadie hacia nada, todo aquel que iba a investigar, al poco tiempo desaparecía sin explicación.
El pueblo se estaba quedando prácticamente desierto, la gente tomaba sus pertenencias y se alejaba de allí sin dejar rastro.
Solo quedaban unas pocas familias y algunos abuelos que no querían abandonar el lugar y su historia.
La gente caminaba desesperanzada por las calles. El control estaba en manos  del manicomio y sus autoridades, a las cuales no se les conocía el rostro.
Recuerdo con claridad que una tarde de invierno, una joven de apariencia cansada y asustada, se acercó a la comisaria y dejo un testimonio, que hasta el día de hoy me da escalofríos recordar.
Yo mismo fue quien le tomo la declaración. Primero le pedí que tomara un vaso de agua, ya que venía deshidratada y haraposa.
Le pregunte su nombre y comenzamos con la charla, la cual duro varios días. Por su apariencia podía distinguir que se trataba de una enfermera, pero aun no podía precisar de donde venía.
La mujer, me pidió algo de comer, sinceramente se la veía muy delgada, como si no hubiera ingeridos alimento por días.
Le pedí a mi ayudante que le vaya a comprar un sándwich. Deje que comiera y una vez que termino y se encontraba un poco más relajada dimos comienzo a la charla.
“Mi nombre es  Leticia, soy enfermera del Nosocomio, ese que no me atrevo a nombrar.
Le pido que por favor no interrumpa mi relato, ya que aún no se como pude escapar de ese inmundo lugar.
Hace unos años me recibí de enfermera y no encontraba donde trabajar. Una señora que conozco desde pequeña, me dijo que había una vacante en el (macabromio) como decidí llamarlo. Al principio la idea mucho no me gustaba, lo que deseaba era trabajar en el hospital del pueblo, servir a enfermos es mi profesión. Sinceramente no me sentiría cómoda en ese sitio.
Pero el dinero lo necesitaba ya que mi esposo me había abandonado y tenía a mis dos hijos que cuidar y mantener.
El horario me seducía ya que solo sería por la noche, lo que me permitía estar con mi familia durante el día. La paga era muy buena, así que deje las dudas y decidí tomar el empleo. La peor decisión que pude tomar en toda mi vida”…
Dijo estas palabras y tomo un gran sorbo de agua fría y continuo con el relato.
“Al ingresar al lugar, me sorprendió ver tanto abandono, el edificio se caía a pedazos, como si no hubiera un personal de mantenimiento. El conserje me llevo a recorrer todas las instalaciones. No le quiero mentir, parecía el tren del terror, las paredes tenían inscripciones en diferentes idiomas y dibujos diabólicos. Me daba escalofrió caminar, ya que los pasillos son inmensos y fríos como el hielo. Se podía percibir toda clase de olores, que me daban nauseas a tal punto que tuve que frenar mi paso, y respirar en el jardín, lo único que masomenos estaba en condiciones. Tenía deseos de salir corriendo, sin importar nada, es más estaba a punto de hacerlo, hasta que me tropecé con un niño de mirada dulce y triste, parecía que estaba perdido. Me acerque hasta él, me tomo de la mano y me llevo a un salón, que estaba vacío y las paredes pintadas de blanco marfil. Ese lugar me dio paz, el olor era agradable y me enseno una puerta. Cuando me dirigía abrirla, el conserje me pego un grito y me dijo que por nada del mundo me dirigiese hasta ese lugar, es solo para personal autorizado, y por lo visto yo no era una de ellas. Cuando me di vuelta para charlar con el niño el cual no había pronunciado palabra, este ya no estaba. Sinceramente no lo culpo el conserje daba miedo, no soy de juzgar a la gente por su apariencia pero creo que el jorobado de  Notre Dame era un ángel, al lado de la apariencia desagradable y hostil de aquel señor.
Cuando ingresamos a la cocina, conocí a Mirta una señora muy dulce y amigable, que se encargaba de alimentar a los pacientes y al personal.
Luego conocí a mis compañeros de trabajo, los cuales exceptuando una me cayeron muy bien.
Así di comienzo a trabajar en ese escabroso sitio. Había varias divisiones de enfermos. Yo al principio atendía a los menos perturbados… siempre con barbijos, no nos dejaban acercarnos ni tener conversaciones con ellos, solo aplicarles sus medicinas.
Por alguna razón en mi mente daba vueltas la imagen de ese niño que vi el primer dia y no logre volver a ver. Pregunte a mis compañeros y nadie sabía de el. Supuse que sería uno de los hijos del dueño que paso de visita. Aunque me costaba creer que ese lugar fuera apropiado para un menor.”
Nose que me ocurría con esa mujer, pero su relato me atrapaba cada vez más y no quería que se fuera, por lo que decidí, invitarla a cenar y seguir con la historia porque mi horario laborar ya había terminado.
A la mujer no se la vio muy cómoda con mi propuesta, pero sinceramente estaba tan asustada que no quería quedarse sola y necesitaba custodia policial. Así que la lleve a a mi casa. No recuerdo haber invitado a ningún otro testigo, pero con ella era diferente, como si lo burocrático estaría en un segundo plano.
Al principio estaba muy irritable, ya que no se sentía segura en casa. Vivo solo y entiendo que al no encontrase rodeada de gente como en la central, su miedo aumentase. Todo el tiempo me pedía, que cierre la puerta y las ventanas. Yo aún no la entendía, pero algo me llevaba a complacerla.
Me pidió también que encienda todas las luces de las habitaciones y hasta la del baño.
Por momentos no sabía si esa joven se encontraba bien psíquicamente. Pero sin entender cómo, confiaba en ella y obedecía todo lo que me decía.
Le prepare algo para comer y siguió:
“Los días pasaban y mis actividades aumentaban, me había hecho un lindo grupo de compañeros. Pero había una paciente a la que le tome cariño que me decía que me fuera del lugar, que aún estaba a tiempo. Pronunciaba esas palabras y miraba para todos lados, como si alguien la vigilase. Deduje que padecía trastornos paranoicos algo muy común lamentablemente en ese sitio. Por lo que le decía que sí, pero no le hacía caso. Solo para tranquilizarla, siempre era lo mismo con ella. Un si, a su pedido y quedaba dormida como una pluma. Por qué no le hice caso? Que estúpida fui, sus palabras eran tan ciertas”…
Entro en una crisis de llanto muy profunda, yo me acerque a consolarla y deje que se liberara de tanto dolor. Empezó a golpear el sillón, le tome las muñecas y mirándola a los ojos le dije, que estaba todo bien, que la cuidaría y que nada malo le ocurriría mientras este a mi lado. Palabras que salieron de mi boca con una fluidez que no entendía. Me pregunte para mis adentros, que me ocurría y porque tenía tantas ganas de cuidarla. Pero solo me respondí que estaba en los treinta y cuatro años y me estaba volviendo demasiado protector. Ella parecía que tenía unos veinte ocho, más o menos, eso no es importante, debía enfocarme en el caso y dejar de sacar conjeturas insignificantes…
De tanto que lloro, se quedó dormida en mis brazos, no podía dejarla allí, así que la recosté en el sofá y la tape con una manta, esa mujer estaba muy flaca y su cuerpo temblaba. Con el calor de la manta comenzó a equilibrarse. Me quede un rato largo cuidándola y viéndola dormir. Parecía una niña asustada e indefensa, por unos segundos retuve  su imagen en mis pupilas. Sacudí mi cabeza y me fui a recostar. Mañana sería un día muy largo y había mucho por saber aún.
Al día siguiente escuche el grifo de la ducha abrirse, me acerque hasta el comedor y la huésped no estaba, toque la puerta del baño y al contestar, supuse que se estaría dando una ducha, la verdad le hacía falta, su cabello y si cuerpo estaban demasiado sucios y se podían distinguir algunos moretones.
Le acerque algo de mi ropa, ya que ella solo traía harapos, para cuando saliera de la ducha.
Al salir, me quede inmóvil, no había visto su rostro con claridad, ya que ayer estaba tapado de mugre, pero ahora, pude verla, su cabello, ojos color miel, su piel blanca… bueno mejor voy a preparar el desayuno y seguimos con la investigación.
La joven se vistió con mi ropa deportiva y se acercó a la mesa donde estaba preparando el desayuno. Se la veía más tranquila. Me agradeció por la ropa y la hospitalidad. Desayunamos en silencio, ella solo miraba su plato, no cruzamos mirada, como si estuviera avergonzada por algo.
Me dijo oficial usted es muy atento, no necesita hacer todo esto por mí. A lo que le conteste que no me llamase oficial, le dije llámeme Omar… ella era muy correcta y le costó al principio, pero yo se lo repetía, hasta que lo tomo como habito.
Bueno señorita Leticia, vamos a seguir con el testimonio, por lo que me imagino aún queda mucho más por saber.
“Bueno no obedecí las palabras de la paciente creyendo que eran producto de su enfermedad y continúe en ese lugar… Una noche termine de cenar y me disponía hacer el recorrido, cuando vi una sombra en uno de los pasillos, uno de mis trabajos es controlar que los pacientes estén en su habitación, así que seguí la figura, preguntándole, quien era y  ordenando que vaya a su cuarto. La figura no me respondía y yo con mi espíritu valiente la seguí. Notaba que me estaba alejando de mi zona de trabajo, pero un impulso me llevo a continuar. En un momento la imagen desapareció y me encontré en una habitación cuya puerta estaba abierta, la misma se veía oscura y desordenada. Tome la linterna y comencé a ver lo que allí se encontraba. Como decirle oficial, digo señor Omar, fue tétrico, encontré herramientas como de consultorio odontológico con manchas de sangre. Mientras caminaba, me pinche con algo y al verlo, era un diente humano, lo solté rápidamente de mi mano, no quería ver más, pero  proseguí, trague saliva y cuando mire hacia el techo vi a una persona o algo parecido pegada con cinta de embalaje y sin ojos. Fue tal el susto, que se me cayó la linterna y corrí sin mirar atrás. Corri y corri como queriéndome escapar. Hasta que en el camino tropecé con un compañero, estaba muy serio  mientras yo le contaba lo que estaba ocurriendo. Me miraba y no respondía, como si estuviera hipnotizado, me tomo en sus brazos y me aplico una inyección sin que tuviera tiempo de reaccionar. Al otro día me desperté en una habitación y Mirta me alcanzo una taza de té. Cuando le conté, me dijo que seguramente había sido una pesadilla,  pues me encontraron dormida en el jardín y me llevaron allí.
Yo estaba muy confundida, y termine creyendo esa versión. Me enviaron a casa a descansar unos días y aproveche para salir a pasear con mis hijos.
Cuando volví, las cosas no mejoraron se pusieron aun peor”…
La vi un poco agitada por lo que le pedí, que tomara un descanso y aproveche hacer unas llamadas al trabajo diciendo que estaba en un caso y que hoy no podría ir a la central policial. Siendo el jefe de área, tenía ciertos beneficios.
“A pesar de lo que me habían dicho mis compañeros, yo tenía el presentimiento que algo raro y feo estaba ocurriendo. Para darle un ejemplo hacia días que no veia a esa tierna jovencita paranoica y mis compañeros me dijeron que le habían dado el alta, lo cual era rarísimo porque cada vez estaba peor. Lo más angustiante eran los gritos de sufrimiento que se escuchaban por las noches, la agonía y la desesperación inundaban el lugar. Espere que mis compañeros se duerman y me dispuse a recordar cómo era el trayecto. Cuando atravesé el parque volví a percibir esa imagen, nuevamente la seguí, cuando llegue a una de las habitaciones, pude distinguir que era el niño que vi el primer día de trabajo, le pregunte si estaba perdido o asustado. No me hablaba así que  tome su mano para llevarlo a la administración y el niño con toda su fuera me empujó hacia el otro lado, como si quiera mostrarme algo. No me pregunte por qué, pero lo seguí, algo muy extraño estaba sucediendo y  tenía que averiguarlo, sino me iban a dejar encerrada pensando que enloquecí, así que fui detrás de el, en busca de pruebas.
Me llevo nuevamente a esa habitación  cálida y blanca, me acerco a la puerta, aquella que le había contado, esa a la que el conserje me impidió acercar.
Intente abrirla y nada, estaba totalmente sellada, intente darle un empujón, pero me lastime el hombro. El niño se hiso al paso y de un solo empujón la abrió. Ese niño sí que tenía fuerza y apenas tendría 5 años.
Señor Omar, no se puede imaginar lo que había dentro, era una cámara frigorífica llena de cadáveres, descuartizados y ultrajados, me descompuso el olor y lo más triste es que una de las victimas era esa joven de la que me encariñe, esa que me gritaba que me fuera de allí. Escuche unos pasos y no me quedo otra que encerrarme en el frigorífico, el niño había desaparecido, los pasos se acercaban, yo me escondí detrás de los cadáveres y pude ver como el conserje o como le digo yo carnicero humano, se llevó un cuerpo en una bolsa… comencé a vomitar no podía parar e intente abrir la puerta para salir de allí, pero estaba puesto el cerrojo y me fue imposible. Empecé a desesperarme, corría sudor, transpiración y toda clase de fluidos de mi cuerpo, me sentí desvanecer y el niño apareció, abrió la puerta y me saco de allí.”
Le dije que tomara un vaso de agua, era escalofriante el relato, pero lo que me parecía más extraño era ese niño al que hacía referencia. Si esto que me contaba era cierto había que ir al lugar y detener a todos los empleados, y por supuesto clausurar ese matadero. Esto era un asunto muy serio y macabro…
“Seguramente usted está muy acostumbrado a escuchar o ver estas cosas, pero la verdad que es un experiencia que no se la deseo a nadie. Desde ese momento tengo problemas para conciliar el sueño y me levanto con pesadillas. Es un lugar monstruoso estaba rodeada de asesinos y no me daba cuenta. Corrí de la mano de ese niño que me salvo la vida y escuche unas voces que venían de la cocina. Me acerque a espiar y vi como cortaban en pedazos un cuerpo y lo echaban en una olla como estofado, los muy enfermos les daban de comer a los pacientes a sus pares. Era algo que no podía creer, esa mujer Marta que parecía tan dulce era un lobo con piel de cordero, al igual que el resto. Quería salir corriendo de allí, solo tenía que ver la manera de como hacerlo.
Los muy degenerados, siempre tomaban una copa antes de ir a la cama, me entere que el conserje tenía un amorío con la cocinera, así que me quede escondida  esperando el momento, allí cuando la maldita salió en busca de su enamorado, le agregue a las copas un coctel del que sería muy difícil despertar, hasta el otro día. Me quede mirando como lo tomaban y  cuando el brebaje hizo efecto aproveche para echar mano en el bolsillo del inmundo. Logre sacar un manojo de llaves, busque al niño para que nos vayamos juntos, pero no lo encontré por ningún lado. Tome las llaves y hui.
La alarma comenzó a sonar, porque de los nervios me deje la puerta abierta y un grupo de perros hambrientos comenzó a seguirme.
Uno me tomo del tobillo y comenzó a rasgar mis vestiduras por eso es que aparecí en la central toda harapienta.  Logre soltarme del endemoniado perro y corrí hasta caer en un barranco, de allí salieron mis moretones y rasguños. Me quede escondida entre los arboles un buen rato hasta que le manada desapareció.
Lo primero que se me ocurrió fue ir a la comisaria y contar todo, porque hay mucha gente en mano de esos seres desgraciados que corre peligro. Le pido por lo que mas quiera que vaya con todo su equipo a ese lugar y lo destruya, hay muchas almas que no descansaran en paz hasta que eso ocurra.”
La mujer dijo estas palabras y se retiró al baño. Me quede inmóvil por unos minutos, me costaba creer que pudiera existir un lugar tan siniestro. Tendría que ir a investigar, no sabía por dónde empezar, pero algo si estaba claro, la joven tenía que quedarse conmigo, debía cuidarla, protegerla ese es mi trabajo.
Cuando salió del baño, le pregunte si pudo ver a sus hijos, me dijo que no quería que nada les pasara, aun no los pudo ver, pero sabían que estaban al cuidado de su madre, ya que después de un tiempo ella hacia jornada completa en el manicomio.
Le prometí que nada le pasaría a sus niños y me puse en contacto con su madre, la cual estaba muy preocupada por su hija, hablaron un rato y ambas se tranquilizaron.
Esa joven había pasado por momentos muy traumáticos, así que le di un te y encendí la televisión para que pudiera distraerse.
En cuanto a mí, me dirigí hasta mi trabajo y reuní a todos mis colegas para ir a ver ese lugar. No llegue a comunicarles todo, les invente una historia de narcotráfico, para movilizar a la manada y no asustarlos.
Sabía que sin una orden del juez no podía allanar el lugar, así que rodeamos la zona. A simple vista no se veía nada extraño. Decidí quedarme haciendo guardia hasta la noche. Ahí las cosas cambiaron…
Los gritos que se escuchaban eran agónicos. Mis compañeros se miraban y por sus caras, tenían ganas de salir corriendo. En el pueblo lo máximo que enfrentábamos era robo a mano armada. Pero esto no se le comparaba.
Empezábamos a ver mucho movimiento, entraban y salían camiones. Supusimos que sería la lavandería, pero no parecían ropa lo que allí transportaban.
Esto es algo muy extraño, le dije a mis colegas. Tenemos que entrar a ver qué sucede. Ninguno me quiso acompañar, así que decidí acercarme solo. Cuando estaba por ingresar sonó mi teléfono, era Leticia, que me pidió por favor que no entrase y que vuelva, ya que no se sentía muy segura allí sola.
Deje todo lo que estaba haciendo y corrí a verla. No podía entender como esa joven no me dejaba ni pensar, y hacia todo a su antojo.
Cuando llegue, me estaba esperando con la cena servida y debo admitir nunca había visto tan limpia mi casa como en ese momento. El olor a comida casera invadió mis narinas, lave mis manos y me senté a degustar de tal magnifico manjar.
Leticia estaba bellísima, por supuesto no le dije nada, siempre manteniendo mis formalidades. Me conto que su madre le acerco ropa y algunas cosas personales y que se llevó a sus niños a pasar una semana a su casa del campo. Se la veía relajada y aliviada.
Durante la cena no pronunciamos palabra, todo estaba delicioso. Luego se levantó para lavar los platos y yo le dije que no era necesario, que algo tenía que hacer.
Ella insistió diciendo que ya estaba haciendo demasiado, que se sentía mejor ayudándome, así que la deje que terminara con los quehaceres.
Luego le pedí que se acercara, tenía algo para decirle. Ella se sentó en el sofá y con los ojos bien abiertos me escucho mostrando mucha atención.
Le conté que me había dirigido hacia el lugar y lo que había visto. Ella me interrumpió diciendo es muy peligroso, no debe ir solo, imagino lo que llevan en esos camiones, tiene que detenerlos, me dijo. Yo la miraba y sentía toda su desesperación. La tome de las manos y le dije, que pronto todo se iba a solucionar y que esos malparidos pagarían por sus crimines. Por primera vez pude ver como una pequeña sonrisa se escapaba de su rostro y debo decir que me genero una sensación tan linda, algo que hacía mucho no sentía. Solo me dijo gracias con esa hermosa sonrisa y se retiró a dormir.
La vi alejarse hasta el cuarto y una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Esa desconocida que apareció repentinamente en mi vida, estaba dejando de serlo y compartía conmigo más tiempo del que podría imaginar. Solo quiero ayudarla y volver a ver esa radiante sonrisa en su lindo rostro. Ya no solo me ocuparía del caso, sino que tenía una motivación más fuerte que mi profesión y era esa joven atemorizada y dulce.
Al otro día tome mi café casi hervido y unas tostadas un tanto quemadas, ella aún no se había despertado, así que la deje descansar.
Junte a un grupo de mis hombres y junto con la orden del juez me dirigí hacia el nosocomio a terminar de una vez por toda con todo esto.
Rodeamos la manzana y entramos a los empujones, el lugar era tal cual lo describió Leticia, con la particularidad que el olor era aún más insoportable. Pedimos hablar con las autoridades y nadie nos dio acceso a esto, asi que tomamos a los empleados y los llevamos a la central. Yo me quede con otro grupo revolviendo papeles, todo era ilegal, ni siquiera el lugar tenía un nombre. Los empleados trabajaban en condiciones infrahumanas y precarias.
Recorrí todo el lugar y solo quería conocer ese misterioso frigorífico escalofriante del que esa misteriosa joven me había hablado. Pero no lo encontré y en los planos no figuraba.
No existía el rastro de ingreso de mercadería, lo cual me pareció muy extraño, pues los medicamentos, alimentos y demás utensilios tendrían que tener procedencias y proveeduría. Esta no figuraba en ninguno de los papeles. Al ingresar a la cocina el olor a muerte nos voltio. Pero no era comida en mal estado, había algo más allí, ratas o algún otro animal, o aun peor, personas.
Hurgamos la heladera y las ollas, en una encontramos rastros de uñas y en los repasadores, manchas de sangre. Las guardamos para llevarlas a analizar al laboratorio.
Luego me aparte del grupo para ver si podía encontrar a ese niño del que Leticia me hizo referencia, pero nadie lo había visto. Seguí camino por el jardín y descubrí detrás de un arbusto un pasaje como si el nosocomio continuara.
Allí me encontré con un pasillo,  plagado de habitaciones las mismas estaban desiertas, como si hubiera existido otro hospital allí antes.
Seguí camino y me tope con el salón blanco, ese mismo que me había relatado. En eso vibra mi celular, era ella que quería saber cómo estaba todo, ahí le conté que me encontraba en el salón blanco. Del otro lado se escuchó un eterno silencio, le pregunte si estaba bien y me dijo que pronto iba a ver  la puerta. Que por nada del mundo intente abrirla. Pero no fue necesario ya estaba abierta y en ella no había nada solo ganchos, como para colgar carne.
Le relataba todo mientras ella estaba al teléfono. Quise entrar para tomar uno de los ganchos  y alguien que estaba detrás de mí, me tira al suelo y comienza a patearme hasta dejarme inconsciente.
Cuando despierto estaba atado, golpeado y amordazado rodeado de cadáveres, uno aun agonizaba. Era demasiada violencia la que mis ojos deslumbraban.
Solo podía escuchar el sonido del tono de mi teléfono, pero ella ya no estaba del otro lado, quiere decir que escucho lo que paso. Eso me preocupo aún más, si bien no la conocía mucho, sabía que era valiente y que me querría ayudar eso la pondría en una situación peligrosa.
Escuche unos pasos y me hice el moribundo. Un hombre espantoso entro y se llevó un cuerpo. No venia solo lo acompañaba una señora de apariencia amigable, que comienzo a besarlo apasionadamente. Que estomago para besar a ese hombre y en ese lugar, hay que estar muy enfermo… Pero como puede ser? me pregunte, si llevamos a todos los empleados al interrogatorio. Como fue que se nos pasaron estos… Escuche que se acercaban a mí, me hice el muerto, sabía cómo hacerlo.  El hombre monstro dijo, termino con esto y vengo en busca de este policía entrometido. Se fueron dejando la puerta entornada, pero como me iba a escapar si estaba atado de pies y manos.
Pensé muchas cosas pero ninguna me convencía. Hasta que escuche una voz pronunciar mi nombre, cuando volteo a ver era Leticia, que me pidió que me callase y comenzó a desatarme. Me sorprendió la fuerza de esa muchacha y la rapidez con la que me desenredaba.
Me tomo del hombro y me cargo hasta la puerta, yo estaba débil, pues me habían golpeado y drogado.
Vemos que se acercan los siniestros y nos escondemos detrás de una columna. Cuando se dan cuenta que yo no estoy, empiezan hacer sonar la bocina de alarma y sueltan a los perros. A quienes parecían no alimentar, para que te devoraran apenas te vieran.
Comenzamos a correr, yo como pude, sin su ayuda nose que hubiera sido de mi. Ella me cargaba de un brazo, y nos alejamos lo más que pudimos. Salimos por el pasadizo del jardín y allí estaban  mis compañeros que al ver en el estado en el que estaba me llevaron a un hospital.
Ella me cuido toda la noche y me acompaño mientras me curaban. Al día siguiente regresamos a mi casa a ponerles fin a estos asesinos.
Mis compañeros habían encontrado muchas pruebas que los incriminaban y los lleve al lugar donde torturaban a la gente. Ese sitio quedo en mi mente por años. Tenía recurrentes pesadillas.
Los homicidas quedaron tras las rejas y el lugar se cerró para siempre, los pacientes fueron derivados a otro lugar en las afueras del pueblo.
Los empleados fueron condenados a prisión perpetua por homicidio, ultraje, canibalismo y tráfico de órganos. Al fin pudimos descubrir lo que llevaban en esos camiones.
El pueblo de Ledesma volvió hacer el mismo, reinaba nuevamente la paz y la alegría.
Volvió a llenarse de gente y eventos musicales como antes. En cuanto a Leticia  nos casamos  y juntos criamos a sus bellos hijos y estamos esperando el próximo. Sin duda esa extraña hoy es la mujer que amo y la que me salvo la vida.
 Me olvidaba, cuando hicimos la requisa de personas, no encontramos por ningún lado al niño.
 Hasta que entre los papeles, vimos el registro de un niño que había estado internado allí y luego lo hallaron misteriosamente muerto en la habitación blanca.
Cuando le mostré la foto a Leticia, un escalofrió entro en su cuerpo y se quedó por unos segundos sin habla. Pues ese era el niño que la había ayudado a escapar y le había mostrado el matadero…

                                                                      Fin






5 comentarios:

  1. Leí Espectro nocturno
    Wow, me sentí mal por el hombre (solo al principio) me encanto como lo terminaste es como wow.. ni siquiera se que decir.

    En un ratito me voy a pasar a leer Misterioso Nosocomio

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    1. te dejo wow Espectro muajajaja, viene con trampita, pudiste descubrirla?

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  3. Muy bueno Misterioso Nosocomio, me encanto :) Aunque aún me quede pensando en el niñito.

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado. El pequeño ahora esta en paz y ya no deambula como un espíritu en pena buscando venganza. Besotes!

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